Sólo una cosa no hay. Es el olvido. 
Dios, que salva el metal, salva la escoria
Y cifra en Su profética memoria
Las lunas que serán y las que han sido.
Ya todo está. Los miles de reflejos
Que entre los dos crepúsculos del día
Tu rostro fue dejando en los espejos
Y los que irá dejando todavía. 
Y todo es una parte del diverso
Cristal de esa memoria, el universo;
No tienen fin sus arduos corredores 
Y las puertas se cierran a tu paso;
Sólo del otro lado del ocaso
Verás los Arquetipos y Esplendores.
 
Jorge Luis Borges Para
La Nación - Buenos Aires, 1968




[1] Es un arcaísmo anglosajón, significaría: eternidad, perpetuidad

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