PROSEMA DEL TE QUIERO
Y entonces fue que
supe decirte que te quiero
y te lo dije en cuatro idiomas desconocidos
te lo dije en
azul-naranja, en verde prematuro,
en rojo
chisporroteante, en gris tangueril;
te lo dije en
sambayón y en mermelada,
en spaghetti con
tuco ¡¿por qué no?!
y en asado con cuero;
en sábados
desesperados y en domingos del señor,
en la orfandad de
la medianoche
cuando pierdo el
último tren a la deriva,
en la galería
internacional y en el pasaje seaver;
en el riachuelo
con gusto a quinquela,
en un vernissage
de brocha gorda
y en las sábanas
entre bostezos y arremetidas;
en la soledad soleada y salvadora;
en el sótano y en las salpicaduras de barro
que quedan después
de haber andado mucho.
Te dije te quiero
en los parrales y cornisas,
volando sobre
algún rosedal
en el punto
equinoccial de primavera
o tambaleando en
algún cordón después del vino, sí,
porque también te
lo dije empinando algún buen vino seco,
bien seco
o en un
naigh-milonga-club, así, de apuro,
porque a las ocho
entro al laburo y ya son menos cinco.
Y te lo dije a lo
largo de pompeya,
sobre todo en almagro
y una vez en
balbanera... ¿te acordás?, chiclana ya no estaba.
Infinitesimalmente
te lo dije en un poema de neruda,
sin canción
desesperada,
en otro de
vinicius con música de bosa,
con música de
johann, de schubert, de almendra,
también de serrat;
con la vos
desperezante de la sosa,
con risas
estridentes en cuaresma o carnaval.
Te dije te quiero
en todas las palabras,
aún en aquellas
que dicen te odio,
en todos los sonidos,
aún en aquellos que rompen la calma
en todos los
sentidos, aún perdiéndolos.
Te dije: - “Te
quiero” – porque te quiero,
simplemente por
eso...
qué más puedo
decirte...
chalo agnelli/1975
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