UNA NUEVA NOVELA DE ANA BEATRIZ ROMASCO



El viernes 20 de abril en el Teatro Roma de Avellaneda se presentó una nueva novela de la escritora Ana Beatriz Romasco. El acto contó con una nutrida concurrencia. La profesora Graciela Aristei hizo referencia a la novela en sí y el profesor Chalo Agnelli a la totalidad de la obra de esta autora.
Ana Beatriz Romasco, nació en Punta Al­ta en el año 1950. Publicó cinco no­velas: “Trigo y amapolas” (1999), “Uma” (2001), “Simpié”, (2003), “Rui­do a miedo” (2008), Mención de Honor Sociedad Argentina de Es­critores, y “Rojas señales” (2010). Integró el Ciclo Autoras de Bue­nos Aires 2005, elegida por la Secretaría de Educación del Go­bierno de Buenos Aires. Recibió premios por cuento y poesía. Co­labora con periódicos y revistas de cultura, da seminarios de no­vela y talleres de narrativa. Tiene obras de teatro estrenadas e iné­ditas. Integra el Instituto Muni­cipal de Letras de Avellaneda.

“EL DESEO DE MIRAR”  
Por Chalo Agnelli
Cuando presentamos un libro además de detallar los datos existenciales del autor y la sustancia de su nueva obra como en este caso EL DESEO DE MIRAR, me di cuenta que no es costumbre desgranar la carrera literaria que precedió a la última producción que llega al público.
Y efectivamente para completar el cometido de una presentación es necesario recorrer la prolífica novelística de Ana Romasco. Una novelística que reluce por una policromía que permite entrever que es una autora que no solo se exige sentarse a desarrollar una idea, sino se impone rigurosas investigaciones sobre el hito del conflicto, sobre el elemento que dispara la historia, como por ejemplo: el asma en “Ruido a miedo”, el regionalismo lingüístico, en “Uma” o el complejo dispositivo que se necesita conocer para armar una puerta trampa como en esta novela. Y a esto se adosa el manejo preciso del discurso para que el conflicto de cada una de esas creaciones sea palpable y no se diluya a lo largo del relato.
Y con esta particular estrategia hay otra que en esta autora es distintiva, la verosimilitud, esa motivación que impulsa al lector a busca semejanzas, vivencias u objetos repetidos en la propia vida.
Ana Romasco desde “Trigo y Amapolas” (1999) no esquivó ninguna escala de narrador. El narrador omnisciente de “Simpié” y “Uma”, se desenvuelve luego en primera persona en “Ruido a miedo”; en “Rojas Señales” el relato está en la voz de un niño marginal, pero hay otras voces que llegan desde afuera y todas permiten al lector recuperar la historia, mucho más allá del tiempo que le llevó leerla. Y ahora en su sexta novela, “El deseo de mirar”, prevalece con particular ajuste el monólogo interior.
En todas las novelas de Ana hay un constante manejo de la secuencialidad y continuidad en el discurso, sin reiteraciones ni recursos literarios introducidos de manera forzosa en el ordenamiento narrativo.
Su novelística mantiene la tensión lectora. No falta nada: pasión sin sentimentalismos, intriga, suspenso, misterio, sensualidad, erotismo, crueldad, aventura, imágenes frescas, bella poesía, descripciones concretas sin adjetivaciones densas y confusas.
Cada uno de sus personajes son retratos precisos donde lo fortuito del nacimiento y las crueldades de la vida tienen un desenlace armónico o no. Desde “Uma” donde el personaje se imbrica con el paisaje, el ambiente humano son inseparables, como el abuelo fascinante de “Simpié” o esa primitiva y sabia mujer que es Abdona en la novela “Uma” o la trasegada vida de la Aldana de “Ruido a Miedo” que parece muy segura, pero siempre tiene sobre sus hombros la infranqueable duda. Quizá se pueden hallar relaciones estrechas entre Uma, Ruido a miedo y El deseo de mirar por esa rigurosidad que puso la autora sobre los personajes. Sus personajes van creciendo en el transcurrir del relato. Van acumulando nuevos caracteres que se asientan sobre sus propias personalidades.
Escribir es salirse de uno y ser otro y si el autor logra que al lector le pase lo mismo, es decir, que el lector sienta que fue poseído por el personaje y es parte viva del relato, he allí el éxito.
Sus personajes femeninos son muy fuertes, incluso más fuerte que “Uma”, un personaje masculino, que si bien a veces parecen quedar en notoria desventaja ante la figura decidida, arriesgada, dispuesta romper cliches de la mujer, es necesario señalar enfáticamente que Ana Romasco no hace una literatura feminista, como surgió tanta en las últimas dos décadas. Porque no hay una exaltación de la mujer por sobre el desmerecimiento de la figura del hombre.  
La totalidad de sus novelas nos brindan un final abierto donde los protagonistas, de acuerdo a vericuetos que serían causales de nuevas historias, pueden ser pasible de múltiples desenlaces: fracasos, nuevas expectativas, unas frustradas, exitosas otras. Una técnica narrativa difundida desde el expresionismo y muy exitosa en la novela que comienza a gestarse a partir de la segunda década del siglo XX.
La obra de Ana Romasco, sobre todo desde “Uma” parece acercarse al expresionismo, esa tendencia  definido como, “el arte que ve con los ojos del espíritu”; que propone desconfiar de lo aparente para ir en busca de una realidad más profunda; que se caracteriza por una actitud básicamente perceptiva y donde la realidad se articula en dos planos de modo tal que detrás de lo que llamamos lo normal, lo cotidiano se advierte la presencia de una dimensión trascendente que transfiere a las cosas, a las personas, su profunda y peculiar dramaticidad.
Kasimir Edschmid describe así el expresionismo: "...Las proposiciones se ligan ligeramente, saltan unas de otras sin estar ya sujetas por las almohadillas de la transición lógica, por la cola de la piscología. También la palabra recibe una fuerza diversa. La palabra descriptiva, exploratoria, desaparece. Ya no hay sitio para ella. Se convierte en flecha. Penetra en el interior del objeto y es animada por él. Cristaliza la imagen esencial de las cosas. Se acaban las palabras de relleno. El verbo se dilata y afila, tenso por la búsqueda de la expresión clara y propia. El adjetivo se funde con la palabra significativa. Y ésta, no debe parafrasear. Debe dar la esencia. Nada más..."
Lo destacable de la obra de Ana Romasco es que cada una de las novelas de su prolífica producción, manifiestan la superación propia con su propio peso específico.
Afortunadamente ella logró con profesionalismo saltar esa insalvable frustración de autores que después de un gran éxito editorial flaquean y deben hacer un gran esfuerzo para que el primer triunfo no tape o haga sentir en el lector de las nuevas producciones, el impulso inconsciente de remitirse a aquel primer relumbre.
 “Dos casas vecinas, unidas por un pasaje secreto, transfieren a los nuevos ocupantes las tensiones de sus antiguos propietarios. Y en medio de una arqui­tectura perversa, una mujer solitaria sucumbe al deseo de mirar, creciente obsesión que se revela un camino sin retorno.
En su sexta novela, Ana Beatriz Romasco con­duce al lector por una firme trama de final impre­visible.”

IDEAS SOBRE LA OBRA
Graciela Aristei
Pararnos frente a un libro que no hemos leído, es desatar un sinfín de emociones…..parece que nos llama, nos invita a buscar el rincón individual donde guarecer la fantasía y el placer.
Si ese libro fue escrito por Ana Beatriz Romasco (a quien conozco desde hace años, no sólo como escritora sino en las múltiples funciones que una mujer de familia e intelectual puede desempeñar) ese libro agrega emociones.
Si ese libro viene a continuar la línea de otras novelas de ella en una visible proyección de crecimiento literario y siempre, cuando termino de leer….Trigos y amapolas, Simpié, Rojas señales, Ruido a miedo….el inolvidable Uma que tanto disfrutan mis alumnos…le comento “Este es el mejor” y sí me parece el mejor!
Si el color, la forma, hasta el olor a tinta nos desafía desde esta mirada de la cubierta: entre indefinida, insolente, qué? no sé qué es….
Creo que es el momento de compartir una anécdota  por demás significativa para mí. A propósito del ojo.
En El Paraíso, la casa  de Manuel Mugica Lainez en Córdoba veo un retrato del poeta maravilloso, “Lo pintó un artista de aquí”, me dijo la guía y me invitó a una muestra del autor. Cuál sería mi emoción al ver sobre una de las paredes un velado ojo femenino, de proporciones y sobre una flor dehojada. Era para El deseo de mirar. Más allá de su inclusión o no en el diseño… era para este momento, para este libro y para  Ana. Por supuesto hablé con Miguel Ocampo, allí presente, noventa y cuatro años y comentándome sus cuadros. Me traje una reproducción y ya no tuve dudas de que tenía que hablarles  de este libro: algo más que el pedido de Ana me lo indicaba.
 Si el título del libro interpela, cuestiona porque ha querido unir esas dos palabras íntimas como son DESEO y MIRAR, que no es ver. Veo como algo espontáneo pero MIRO cuando toda la voluntad se concentra en un objeto determinado. Y en la novela mirar es casi como vivir. (Ya entenderán por qué lo digo) .
Libro, con este diseño y este título, de esta autora querida y conocida, NUESTRA, me atrevo a decir, tantas emociones genera…tantas. Es cuando el lenguaje no alcanza a expresar el proceso subjetivo del gusto por la lectura que como dice Lope de Vega del amor: “Quien lo vivió lo sabe”.
Relato de una mujer, Débora, difícil, autosuficiente para quien el mundo es un inmenso útero. Habla con comparaciones, con palabras que todo lo asocian al acto biológico de la maternidad y es sólo a través de ella, cuando ese mundo de Débora cobrará sentido. Hasta cocinando hace bombas de crema y empanadas. Agujeros que se ensanchan y llevan un contenido de relleno…
Novela misteriosa que raya en lo policial donde el enigma es bucear en  el alma humana de una obsesión.
La narración en primera persona dará lugar a un narrador omnisciente que presenta otros personajes: La pareja humana, hombres y mujeres en pulsiones universales: AMOR DESEO FIDELIDAD ENGAÑO ASTUCIA OBSESIÓN TAPUJOS MENTIRAS.
El misterio se dosifica y el relato va profundizando en esta protagonista en quien encontramos ecos de proyección personal. El temor a lo desconocido de nuestro futuro: ella sabe qué quiere pero no lo consigue y vive una vida ajena mediante una genial argucia impensada.
Critica, juzga, controla, compara…por momentos me hizo acordar a la Leónides Arrufat de Ceremonia secreta, En ella Marco Denevi,  su autor, pone una solterona de principios del cincuenta que como Débora vive de prestado hasta el momento final que la pone en cruel sacerdotisa de un hecho desmesurado.
Asomada a la ventana de los otros para mirar lo que no puede o no sabe vivir normalmente. Para no asumir el lugar de ella misma en la vida. Para negar su realidad de una manera enfermiza. Se asoma a la vida de los otros para no buscar soluciones lógicas o sea para no aceptar lo que le toca…. Odia a todos aunque se siente llena de amor por los niños. No reconoce nombres propios. Llama a los demás con roles peyorativos  e insultantes: ¡es genial! la vecina es ¡la pendeja!
La secuencia sorprende. Hay un flash back que nos remite a nuevos misterios iluminadores  y un movimiento cíclico donde los hechos son recurrentes en personajes distintos.
Se abre otra línea de la historia. Otra pareja, alejada de Débora pero con acontecimientos que el lector relaciona  e internaliza hasta que lleguen a rozarla.
Parece  que transitamos la resolución y un nuevo episodio consuma otra Débora: “… un horizonte verde con girasoles rojos. Girasoles de sangre. Un extenso campo de girasoles palpitantes que muestran sus flores abiertas como caras que miran al sol…”
Episodios que agregan la duda, la inquietud, la  sospecha. La descripción, conocedora de la seducción y el juego amoroso. El detalle del comienzo, el ataque la defensa en una relación de amor. Nadie  queda indiferente a DÉBORA  que nos devora con sus monólogos y hasta sus diálogos consigo misma. El juego de palabras Débora devora……se repite. Ella quiere dar pero no puede. Tiene que dar pero se queda entonces QUE DARSE y QUEDARSE  se hacen uno..Ahora muere a la antigua mujer “quedada” y se da…Siente que sólo será mujer si es madre.
¡Qué planteo para la sociedad de hoy! Rol de mujer que la novela invita a juzgar…Hoy, cuando el sexismo invadió hasta el lenguaje y no nos sentimos aludidas, a pesar de los académicos, si no nos dicen la A identificatoria.
En esta historia ha habido lugar para la reflexión sobre el hombre y la mujer, la relación filial como consumación de la persona o como éxito social, el consumismo donde los productos tienen en las marcas su ADN, la incomunicación que lleva al monólogo interior.
Desde el epígrafe encierra una amenaza al hombre y eleva la condición de la mujer como dadora de Vida y Cuidadora de la humanidad. A través de sus páginas atrapa con un lenguaje espontáneo, muy nuestro pero exigido en su intención estética para lograr la expresión bella sin afectaciones. Los lugares, los ambientes y hasta los efectos climáticos nos resultan familiares. Estamos allí. Argentinos de hoy. Frases cortas. Diálogos contundentes y elipsis muy de nuestra habla cotidiana.
Saber si esta mujer, que desde su nombre intranquiliza, logrará cumplir sus deseos y derrotar las frustraciones nos pone a nosotros,  lectores, luego de haberla amado y odiado a juzgar su vida de personaje de novela, sí de novela pero que lleva en el corazón más de un gesto de todos nosotros.



 La presentación estuvo acompañada por la voz del notable cantante Eduardo Bracamonte y la cálida recepción de las autoridades de ese Teatro Histórico y de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Avellaneda.

COMENTARIOS
Nancy Castagnini escribió: "La querida amiga Ana Romasco ha presentado su nuevo trabajo.
Lamenté no poder asistir porque además, fue una gran amiga de mi madre y porque por ella nos conocimos. O sea, que es una de esas amigas especiales que aunque no nos veamos, sabemos que allí están.
Hace algunos años, me invitó a que presentara junto a Virginia Lago su libro "Simpié", una hermosa historia escrita con gran sensibilidad. Al finalizar mis palabras dije: "Gracias Ana, por invitarme a este nacimiento intelectual y mucho más por permitirme intervenir en él, porque a través de esta oportunidad he podido reflexionar al respecto del hecho artístico, comprobando que lo que se especulaba en el Renacimiento, era totalmente cierto, pues la creación artística, la cultura en general, están sin dudas ligadas a lo divino, porque plasmar emociones en una hoja de papel y hacer danzar el corazón de quien lo lee es un talento y debe obligatoriamente tener un origen especial.
Lamentablemente, muchos carecemos de ese don, aunque si podemos deleitarnos, felizmente, con páginas como las que hoy nos obsequiás.
Gracias también a nuestra mutua amiga Emilsen, mi madre, quien una vez cruzó nuestros caminos.
Espero siempre que de alguna manera, estemos unidas, pues es para mi una íntima celebración, reconocer en seres como vos, el corazón bueno y sensible de mi madre que también amaba tanto escribir ...
Y para despedirme utilizaré palabras de Vincent Van Gogh de una de sus famosas cartas a Theo, su lectura nos permitirá una reflexión final: (...) cuántas bellezas en el arte..., para poder retener lo que se ha visto, no se está nunca sin trabajo, ni verdaderamente solitario. Jamás sólo."
Es este el caso.

SIEMPRE ESTARÁ EL ARTE ANA. Muchas gracias. (7 de julio de 2003).

Hoy, varios años y libros después presentó "El deseo de mirar" que fue presentado por la Prof. Graciela Aristei y el querido y admirado amigo Prof.
Chalo Agnelli.
Transcribiré el final de los dichos de Chalo:
" (...) Afortunadamente ella logró con profesionalismo saltar esa insalvable frustración de autores que después de un gran éxito editorial flaquean y deben hacer un gran esfuerzo para que el primer triunfo no tape o haga sentir en el lector de las nuevas producciones, el impulso inconsciente de remitirse a aquel primer relumbre.
“Dos casas vecinas, unidas por un pasaje secreto, transfieren a los nuevos ocupantes las tensiones de sus antiguos propietarios. Y en medio de una arqui­tectura perversa, una mujer solitaria sucumbe al deseo de mirar, creciente obsesión que se revela un camino sin retorno.
En su sexta novela, Ana Beatriz Romasco con­duce al lector por una firme trama de final impre­visible.”

Felicitaciones querida Ana!!

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